Siempre entrabamos a las revisiones atemorizados. Por eso él, menos hablarnos del cáncer, nos hablaba de todo: de sus problemas para consultar algunas revistas científicas, de si había tenido que llevar a su hijo a música... Y, luego, ya, como consciente de que en algún momento tendría que enfrentarse al problema, me miraba a mi, que no era su paciente, y decía:
-¿Qué tal esas hormonas? ¿Bien? Porque todo es cuestión de hormonas.
Y se ponía a firmar los papeles de solicitud de nuevos análisis y del TAC, aunque eso sería ya para... ¿Setiembre? Si, mejor en setiembre que ya habréis vuelto de vacaciones, decía.
- Y no te olvides de mirarme lo de las revistas, concluía, dirigiéndose, por fin, a su paciente.
Por eso no me gusta a mi que gane la derecha. Ni que se planteen los servicios públicos como servicios innecesarios e ineficaces que hay que mantener, o no, a costa del trabajo y la generosidad de los ricos. Que esos sí que saben.
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