El tiempo coloca a cada uno en su lugar. A mi, concretamente, haciendo las labores de casa. En mi caso quizá fuera más acertada la frase "El tiempo siempre te acaba llevando a los lugares de los que huiste", porque es obvio que las labores de casa no me interesaron nunca lo más mínimo y que, incluso, huí de ellas como de la peste.
Y aquí estoy: histérica porque todo está más sucio, más desordenado o es más feo de lo que mi percepción del mundo, en otros tiempos menos sensible o pendiente de tareas más elevadas, es capaz de aceptar. Nos volvemos locas limpiando, poniendo lavadoras, fregando paredes. Y acabamos cansadas. Porque como diría mi madre: "no estáis acostumbradas". Pues ya ves, mamá, aquí estoy, con toda la profesionalidad, el tufillo de perfección y la misma culpabilidad de siempre, pero sin base. Porque el tiempo siempre nos acaba colocando en los lugares de los que pensamos que huíamos para siempre.
Otro día hablaremos de los pueblos horribles de mi imaginario infantil y de como acabé viviendo en uno que los representa a todos, joder.