La verdad es que era más feliz cuando te quería. O, al menos, estaba más guapa. Más desesperada también, pero limpiaba menos. A mi me ha dado siempre por unir el amor al intelecto, ¿qué le vamos a hacer? A otros les da por beber, que diría mi madre. No me creo que tengas crisis existencial, tranquilo. Son las hormonas, ¿sabes? Las tuyas, que a lo mejor te llevan a dudar por primera vez en la vida; y las mías, que me llevan a que me importe bastante poco. Mañana seguiré con mi lista. A lo mejor estoy un poco descentrada al principio, será lunes, pero enseguida me pongo. Enseguida cojo el tranquillo y voy punto por punto. Me ha costado toda la vida aceptar el método. No lo veía, inventaba mil escusas para saltármelo, para que no pudiera materializarse, para no llegar nunca a verlo. No lo quería. No quería lo que ya sabía, supongo, en el fondo de mi ser no quería algo que era evidente, puro método. Cuando se es joven debería considerarse como una obligación tratar de vivir algo nuevo. Y supongo que algo de eso hay, así evoluciona el mundo. Con madurez lo único que se van cumpliendo son los puntos, punto a punto. Domingo. Lunes, martes o la imposibilidad. Dice que entonces tenía 18 años. Hace falta ser listo, o inteligente, o especialmente sensible, o capacitado. Diferente. Hay palabras que el tiempo iguala. El tiempo iguala tanto. El tiempo todo lo inunda.