El autor, el simple y confundido autor, piensa en un momento determinado que el personaje ya tuvo su oportunidad, que ya le ha dado el tiempo suficiente y que ahora tendrá que abandonarlo. El personaje no protesta, sabe que sólo es un personaje y que se irá quedando poco a poco sin movimiento, sin voz, de la misma forma que fue naciendo: sin razones. Él solito se va acurrucando en una caja de cartón y se deja envolver entre papeles blancos y suaves, como los que envuelven los zapatos caros. Se quedará en la caja, durmiendo, hasta que el autor, más simple si cabe y quizá menos confundido, lo vuelva a reclamar un día. O no, porque bien pocas cosas sabe el personaje de su autor y de lo que piensa hacer con su vida. Mucho menos, claro, de lo que la vida tiene pensado para el autor.
Larga vida a todos los personajes y felices sorpresas para sus autores, tan confundidos, tan simples... Un beso muy grande a lubis, a fpc, a añil, a miranda, a inu, a ps, a javi, a harry, a koldo, a sico, a k-anónima, a madre desesperada, a la femme, a ampy, a losblogyanosellevan, a mecagoenlasbragas y a todos los anónimos y anónimas que pueblan las inquietudes de marideliwes.