Es muy posible que no acertemos a enamorarnos de lo que es sino de lo que necesitamos, al menos a la primera. Por eso tantas veces, cuando acaba, no somos capaces de reconocernos: no éramos nosotros aquellos, ni que se le parezca. Con las necesidades intactas, y quizá también con otras nuevas, nos vamos adentrando en el abismo de los días que se aplazan, esperando, necesitando más que nunca, que esta vez sea. O quizá la próxima...
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