Hay una tristeza más allá de lo que podemos controlar. No es que estemos sólo tristes, es que tenemos la sensación de que nada podrá cambiar las mentiras que fuimos, las que no dijimos . Por delicados y quizá también un poco por torpes. O porque "no estaba de dios" que es una frase por la que seríamos capaces de negar al mismísimo jesucristo.
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