Pedro Santana escribe muy bien, no descubro nada a quien ha tenido la suerte de leerlo, pero hay días en los que se supera a si mismo y, también, a alguien más, por eso puede ser conveniente a veces acercarnos al diablo de la Internet. O esa es la sensación que me queda al leer, por ejemplo, Hileras. Como si estuviera leyendo lo que me tenía preocupada y algo distraída durante semanas, quizás durante meses. Sin soluciones, únicamente con palabras. Eso si, con las palabras que yo hubiera tardado en encontrar meses, más meses. Literatura pura; universalidad, entonces. Conveniente.
Y ahora, con el debido respeto, aplíquense las merecidas dimensiones. Y me quedo corta.
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