miércoles, 7 de noviembre de 2007
Historia de abusos
Mamá estaba harta: yo te quitaba el chupete y tú te ponías a llorar. Se le ocurrió entonces atarlo a la cuna y allí estaba yo otra vez: pegada a la cuna, chupando de tu chupete y tú vuelta a berrear. Con tu dedo no me atrevería, así que decidió hacer reparto: tu te chuparías el dedo y yo no encontraría un chupete al que acudir cuando perdiera el mío. Porque yo perdía constantemente los chupetes, esa era mi cruz (y la de mamá, seguro). Que tú te chuparas el dedo hasta una edad inadmisible :-) era nuestro secreto, ¿te acuerdas? Y que eras pequeña, joder, que no podías venir con nosotras. Luego aprendiste a quedarte con los chicos de los que alguna vez te había hablado y hasta estuviste a punto de quitarme al que bien hubiera podido ser el amor de mi vida (sin avisarme, quizá porque yo tampoco te hable de él, precisamente...). Pero tú has estado siempre en los momentos importantes de mi vida. Y nada de lo tuyo me será nunca ajeno, puedes estar segura. Ni de lo de ella, aunque bien sabes que si me casé fue por ver si venía a la boda, no podría faltar. Y ni por esas.
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