Tú tienes mi memoria, la que yo voy olvidando poco a poco. Porque todo se agolpa y se pierde en la identidad que uno tiene sobre si mismo. Hasta que me recuerdas que había un niño al que tratábamos de calmar con la música de los Indios Navajos. Con aquella desesperación. Y me haces llorar, porque sólo en ti se concentra casi toda mi vida. Y ninguno de los dos sabía entonces que acabaríamos siendo tan viejos, tan poco generosos.
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