Y si la monotonía del momento era tan sólo aparente se debía a que yo era consciente -de acuerdo con Magris en su prefacio a El infinito viajar- de que precisamente en el espacio doméstico, en el hogar, es donde el viajero empedernido se juega realmente la vida, la capacidad o la incapacidad de amar y construir, de tener y dar felicidad, de crecer con valentía o agazaparse en el miedo. Dicho de otro modo: la casa es el lugar central de nuestro mundo; es el lugar de la pasión más fuerte, en ocasiones devastadora -por la compañera de tus días, por ejemplo-, el lugar de la pasión que nos cala sin miramientos.
De Dietario voluble de Enrique Vila-Matas.
Lo acabamos hace unos días. Traemos el párrafo aquí no por especialmente brillante (hay muchos otros trozos brillantes, interesantes, entretenidos... y me hubiera gustado leerlo con el portátil al lado; y con mucho tiempo, en una gran biblioteca...) Lo traemos por lo mosqueante; porque, quizá sin darse cuenta y de un plumazo, el autor nos desecha como lectoras. O nos desechamos nosotras, las siempre sospechosas devastadoras de los días de los otros. Pero me gusta especialmente lo de "agazaparse en el miedo", eso sí que me gusta.
6 comentarios:
Simple instinto de supervivencia.
Besos,linda
Me ahorro el comentario que me suscita esto: no por nada, sino porque no tengo tiempo de desarrollarlo comme il faut. Pero sí te recuerdo que hoy es martes (y no es Bélgica) y a las 7,10 tienes una cita en Onda cero: quizá oigas tu nombre.
Diosmio, cómo es posible? Mi gmail ha fallado y no me habían llegado estos comentarios. Y hoy es miércoles... y me revuelvo un poco contra todo mundo... Y decido luego continuar. Porque hay un tema de voluntad en todo esto. De continuar. Tiempo.
Solemos arreglar muy bien las paranoias de los demás. O sea, enseguida encontramos una explicación lógica a hechos aparentemente aleatorios o incluso malignos que alguien nos relata. Pero, ay amigo, las paranoias propias... esas si que quedan fuera de nuestras razones aparentes :-)
Tuve, por listilla, un ataque de esos indeseables al blog. Por no moderar los comentarios y por esas cosas que me dan de free total. Borré un montón de comentarios y, al parecer, los debí mandar a la carpeta de spam del gmail. Pues bien, a partir de ese momento, todos mis comentarios y los de este blog se iban ellos solitos a la misma carpeta. O sea, que la cosa tenía su porqué y también su lógica. Desacertada, como muchas de las lógicas, pero bien lógica. Con el punto de "nosequé" que tiene el azar...
Voy a ver si recibo ya este comentario.
Te está bien empleado, por tocar tantas teclas... :-)) Lástima, porque hubo un blues dedicado...
Como me dijiste una vez... "no me lo recuerdes..."
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