- Dar con un único sujeto que sea claro; o dar con el genérico, que sea para el mundo. Equitativamente repartido.
- Añadirle un predicado preciso o, en su defecto, uno que pueda ser asociado a la verdad, que funcione como una fórmula científica. En el 99 % de los casos, digamos.
- Que me toque la lotería.
- Enamorarse de la persona adecuada y para siempre. Que la primera muera para poderte enamorar de otra (manda güevos)
- Dejar de fumar sin sentir angustia.
- Volver hacia atrás y borrarlo todo.
- Conformarse con el mundo.
- Marcar límites que sea lineas y no umbrales, con su tercer interior, que dijo el maestro.
- Vivir en una dimensión, a mi trantán, sin despistes, con los objetivos previamente planificados y decididos. En una dimensión también los objetivos, no vayamos a liarnos. Y ya puestos, que los objetivos coincidan con lo que el sujeto genérico espera de tu persona y de tu sexo. Si no, mal marcados los objetivos.
- Dormir un día hasta las 3 de la tarde, como antes de que existieras, y levantarse sin resaca, sin dolor de espalda y sin huecos. Es cierto, cariño, tu también estuviste en Estambul, cuando todavía eras un puntito pequeño pequeño dentro del cuerpo de mamá. Pero hablo de cuando no había ni siquiera puntitos. Ni átomos.
- Demasiados imposible (en una).
miércoles, 25 de abril de 2007
Los imposibles (de una)
Lista a bote pronto:
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3 comentarios:
Y para qué un genérico que espere algo de tu persona y de tu sexo?
No sería mejor un genérico claro que se ajustase a tu persona y a tu sexo...?
Hablábamos aquí de un sujeto y un predicado. Hablabamos y... a lo tonto a lo tonto se nos hicieron las 4. Perdona anónimo, pero esta última broma es para el Capitán que está leyendo el libro "Todos somos vascos" y de vez en cuando no puede evitar leerme trozos.
No es que yo quiera un genérico que se ajuste a nada mio, es que es muy cómodo ajustarse a un genérico. Pero que no tenemos esa suerte, vamos.
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