"...pero tú te escondes..."
Voy a tratar de que no: no soy una profesional del relato, nunca me ha gustado, o no he sabido, relatar con sentido. He conocido a gente a la que era un verdadero placer escuchar: a mi abuela, sin ir más lejos. Había magia en las historias que contaba: en sus argumentos y en la forma en la que ella las contaba. Yo no he tenido nunca esa facilidad y lo que me apasiona suele estar tan apretado, suele ir tan rápido y tan embarullado, que me resulta imposible trasladarlo a frases y mucho menos a frases escritas o legibles para el resto. Demasiado costoso, sobre todo teniendo en cuenta que mis momentos de "producción" suelen consistir en los viajes en coche del trabajo a casa o situaciones por el estilo, dónde no puedo disponer de mis manos, y en los minutos de bañera de mi hijo, esos si, ya con manos y de todo. El chiquillo es mayor, ya no se ahoga. Escribo para mi y mi turismo, supongo que eso está claro, mantengo uno (o varios) diálogos conmigo misma y en general los suelo trasladar a las conversaciones con mis amigos. Cuando me los encuentro, claro. Me gustan las palabras, las imágenes que se forman con las palabras, las maravillosas, inquietantes y jodidísimas palabras que me dicen algo. Por lo demás, soy como todo el mundo: tengo solo una vida y deseos que suelen darse de bruces con los deseos de otros, nada raro. Sospecho que el miedo define una parte importante de la vida que me rodea, pero no puedo considerarme especialmente miedosa dentro de ese entorno, que es de lo que estamos tratando. Tampoco he sabido nunca que era eso de "la intimidad". Supongo que si te crías en una familia con muchos hijos y tan seguidos, donde la puerta del baño nunca se cerraba porque este espacio siempre era de doble o de triple uso simultaneo; en una casa siempre abierta, dónde las comidas y las cenas podían ser interrumpidos en cualquier momento por cualquier persona del pueblo, o del pueblo de al lado, no tienes ni zorra idea de a que se puede referir la gente cuando habla de "su intimidad" . He tenido momentos de felicidad, como todo el mundo, cuando he encontrado o creído encontrar una comunicación especial con alguien y he dejado mis diálogos para dar lugar a otros quizás más interesantes, mucho más interesantes. La vida suele resultar ya demasiado complicada como para tratar de ponerle barreras al monte, mucho peor si lo intentas con las cabras. Hoy, cuando iba por la autopista rodeada de coches y camiones gigantescos, pensaba: cualquier día moriré aplastada por uno de estos asesinos. O de cáncer de pulmón. El abismo es otro de los temas recurrentes de mi vida. Pienso que el abismo surge cuando algo que no esperas, que no cabía en tu vida, sucede irremediablemente: una muerte repentina, por ejemplo, o un abandono inesperado, supongo que será algo parecido. Y todos sabemos bastante de este tipo de cosas, no le encuentro ningún interés a no poder hablar de ello porque tarde o temprano todos acabamos sabiendo "un poco". Así que, no será por esconderme, pero me gusta seguir con mis imágenes perdidas, mis búsquedas inútiles de diálogos oscuros y sospechosos, mis recordatorios para mi misma y mis referencias: a Iris Murdoch, al Santana, a lo que vaya saliendo... A fin de cuentas, referenciar lo que te ha gustado, lo que estás leyendo o la música a la que siempre estás volviendo, es la forma más clara que yo encuentro de mostrarse al otro que, por lo demás, a lo mejor no te quiere así o espera otra cosa de ti o le pareces un rollo. Pero ese es ya otro cuento.
"... bueno, a lo mejor un poco si"
1 comentario:
A mi me gusta describir lo que veo...Encontrar el término justo, la relación adecuada entre los términos, el ritmo que me permita descansar por una obra acabada desde esa perspectiva. Mañana`puede haber otra, perspectiva, y el análisis de la tensión será otro.
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