Permítame decirle, señorita wes, que a mi también me encanta este vídeo. Veo entre los curritos de esa administración pública un sentido de la cooperación con sus colegas, una gente que disfruta estando en su lugar de trabajo, gente disciplinada -algún ensayo ha costado- sonriente, vital, feliz, capaz de reirse de sí mismos, en el que hasta los feos son resultones.
Si usted o yo tuvieramos que ir a una UVI, elegir una escuela infantil, pedir una ayuda a la dependencia, o ¡dios no lo quiera! vernos en un pleito, prefeririamos encontrarnos con funcionarios así a los que les imagino ayudándole a usted y a mí a buscar soluciones que a aquellos otros -¿quedará aún alguno?- adustos, que practican una cordial rivalidad con el de la mesa de al lado, con americana con coderas y una leal secretaria que les informa de la imposibilidad de acceder a lo que el interesado demanda. Es que usté, señorita wes, cuando el dedo apunta a la luna, mira a la luna.
Si alguno de sus admiradores y lectores ve en esta pieza unos currelas que se toman con poca seriedad el servicio, pierden tiempo en tontadas en vez de aplicarse sobre sus mesas embutidos en indumentaria sosa y sustituyen el logotipo corporativo por unos provocadores corazones, su admirador, con todo respeto, estaría mirando el dedo que apunta a la luna.
Presente mis respetos a quien le ha hecho llegar esta pequeña obra de arte.
1 comentario:
Permítame decirle, señorita wes, que a mi también me encanta este vídeo. Veo entre los curritos de esa administración pública un sentido de la cooperación con sus colegas, una gente que disfruta estando en su lugar de trabajo, gente disciplinada -algún ensayo ha costado- sonriente, vital, feliz, capaz de reirse de sí mismos, en el que hasta los feos son resultones.
Si usted o yo tuvieramos que ir a una UVI, elegir una escuela infantil, pedir una ayuda a la dependencia, o ¡dios no lo quiera! vernos en un pleito, prefeririamos encontrarnos con funcionarios así a los que les imagino ayudándole a usted y a mí a buscar soluciones que a aquellos otros -¿quedará aún alguno?- adustos, que practican una cordial rivalidad con el de la mesa de al lado, con americana con coderas y una leal secretaria que les informa de la imposibilidad de acceder a lo que el interesado demanda. Es que usté, señorita wes, cuando el dedo apunta a la luna, mira a la luna.
Si alguno de sus admiradores y lectores ve en esta pieza unos currelas que se toman con poca seriedad el servicio, pierden tiempo en tontadas en vez de aplicarse sobre sus mesas embutidos en indumentaria sosa y sustituyen el logotipo corporativo por unos provocadores corazones, su admirador, con todo respeto, estaría mirando el dedo que apunta a la luna.
Presente mis respetos a quien le ha hecho llegar esta pequeña obra de arte.
Publicar un comentario