martes, 25 de noviembre de 2008

Patadas en concierto

Por un momento nos damos cuenta de que estamos demasiado solos y de que es esa soledad la que nos lleva a herir, a confundirlo todo (analizando). Es sólo un momento, mientras te escucho y me revuelvo contra todo tiempo. Luego giro, necesito girar: ni somos los únicos ni los que más; y por lo tanto. Aire y olvido. Ancho mundo.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Acuérdate

¿Cuántas veces me habrás dicho que no? Debería tenerlo en cuenta. Y lo tengo, no te creas. Hasta que vuelvo a verte luchando contra la miseria. Acuérdate. Entonces... son mis genes; y los tuyos, supongo.

(Me voy a comprar, ahora sí) Mi'hecho del facebook. Tal cuala.

jueves, 20 de noviembre de 2008

martes, 11 de noviembre de 2008

De una glicinia

Ya te conté que mi glicinia florecía únicamente unos días el año y que, a pesar de ser su floración tan fugaz, merecía la pena porque durante esos días todo lo cubría y las transformaciones que venían luego eran su nostalgia y la espera confiada en volverla a ver de aquella manera. Junto al desierto.

Me enloquecéis

Tengo un anónimo k-anónima, un anónimo sico, un anónimo madre desesperada, un anónimo yoyamelosé, un anónimo mecagoenlasbragas; ahora un anónimo coñoanónimo... ¿alguien da más? Porque si pensáis que os puedo tener a todos metidos aquí, en mi corto pensamiento, es que me tenéis superidealizada.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Abrigos reflectantes

A veces una se da cuenta de que las cosas tampoco es que hayan cambiado tanto. Basta con ponerse un abrigo fino que insinúe tu cintura y dejarse llevar por una naturalidad algo más trabajada.

"Cualquier chica puede ser glamorosa. Lo único que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida"

La cita es de Hedy Lamarr y me la encuentro en Harry Sonfórd, uno de esos feos (y yo creo que de abrigo largo) con el que toda mujer guapa se hubiera quedado a desayunar de haberlo conocido en una de esas noches frías con luces a través de la niebla.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Otro

El gaucho insufrible de Bolaño. Es para sufrir, claro, pero se te queda. Como se nos quedó el Archimboldi del 2666, al que conocimos y seguiremos buscando.