martes, 11 de noviembre de 2008

De una glicinia

Ya te conté que mi glicinia florecía únicamente unos días el año y que, a pesar de ser su floración tan fugaz, merecía la pena porque durante esos días todo lo cubría y las transformaciones que venían luego eran su nostalgia y la espera confiada en volverla a ver de aquella manera. Junto al desierto.

6 comentarios:

añil dijo...

Todos los desiertos encierran su oasis. Tienes suerte de poseer uno.

FPC dijo...

Junto al desierto, no: estoy seguro.

marideliwes dijo...

Añil, dice Bolaño en El gaucho insufrible que todo es un desierto dónde la únicas salidas que existen son oasis... pero oasis de horror. Lo dirá de otra manera, claro, y a lo mejor ni siquiera lo dice él sino uno de sus personajes... Hay días que sí, que yo al menos firmaría esas palabras, pero hay otros en los que nada, que estamos felices. Esos son los imprescindibles :-)

Fpc, ya te pondré alguna foto... del desierto, claro, que eres un descreído.

FPC dijo...

No podrás: sé que no hay desierto cerca de esa glicinia. Ni de ti.

marideliwes dijo...

Joé :-)

añil dijo...

Seguro que Bolaño tuvo un mal dia cuando escribió eso.