martes, 2 de noviembre de 2010

Uno de los nuestros

No entendemos al sujeto cuando, habiendo recorrido un camino que inequívocamente lleva hacia otro sitio, a lo único que aspira es a ser uno de los nuestros. Ni lo entendemos ni, probablemente, el paso del tiempo lo perdone.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Su comentario, lúcida deliwes, me ha recordado a un rector que conocí, brillante científico, fotogénico, comunicador y seductor como pocos. Un día quiso coquetear con la política y anunció que quizá fuera en alguna lista. Un amigo cercano le advirtió que con estas cosas no se juega. Que a la gente no le gusta mucho que un foráneo se quiera abrir paso en ciertos territorios que le son ajenos. Más de quince años después, a aquel rector brillante, fotogénico y seductor nadie le ha dado vela en una lista, ni siquiera en esta tierra que necesita pilotos avezados. ¡Y mira que echó redes en todas las aguas!

No sé si por no aceptarse a uno mismo o por falta de inteligencia emocional, a algunos ni siquiera los laureles otorgados por las mejor rankeadas instituciones les satisfacen tanto como el aplauso del propio patio de butacas o el guiño de un colega de juerga nocturna. Pero ni el aplauso ni el guiño bastarán para llevarles muy lejos.

¿Uno tiene derecho a entrar en territorios ajenos? ¡Claro! pero partiendo desde cero, haciendo méritos y sin valerse de la condición de primera bailarina.

¡Es usted una filósofa!

añil dijo...

Una de las mias.

Muack

Anónimo dijo...

Ser consecuente con uno mismo y con sus ideas es un factor importante, por no decir imprescindible, para ser respetado y valorado.
Pero.... simepre habrá quien todo los sustituya por todo un elenco de ovaciones,aplausos,poder.Bueno... por cualquier cosa que lo eleve al pedestal de turno.